Acumula un aumento del 50 % en los últimos 12 meses. Sólo en septiembre trepó un 4,3 %.

Ahí arriba: por las nubes. Ahí anda el costo del transporte ligado a la actividad rural, un servicio del que nadie puede prescindir y que, en consecuencia, sacude a todo el sector en un contexto de altísima inflación tanto mayorista como minorista.

Los números son contundentes. Intranquilizan, incluso a los más optimistas. En el transcurso de los últimos doce meses, el costo del transporte rural engordó un 50 %. Si miramos el calendario sólo desde enero de este año a la fecha, el alza acusa un 35 %. Una parte importante del aumento se desencadenó, como ya se podrán imaginar, inmediatamente después de las últimas elecciones PASO, que con la fuerza de un terremoto sacudieron los cimientos de la economía nacional. Según reporta FADEEAC, la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas, sólo dos meses, agosto y septiembre de 2019, elevaron estos costos en un 9,8 %.

Algunas consecuencias: aumento en el material rodante (18,66 %), reparaciones (10,79 %), lubricantes (5,5 %) y seguros (4,75 %). A pesar de las medidas que tomó -o intentó tomar- el Gobierno, el combustible tampoco se quedó atrás y hoy es un 6,4 % más caro que en la previa al sacudón. Como si fuera poco, desde varias regiones del país se escuchan quejas que hablan de complicaciones en lo que tiene que ver con el abastecimiento. Concretamente, los choferes van a cargar combustible y se desayunan con que ahora hay topes. Si un camión puede cargar $ 30.000 de gasoil, es posible que la estación diga “basta” cuando el surtidor marque $ 5.000. Una forma de racionamiento que la Federación de Expendedores denomina “cuotas de entrega”.

Las proyecciones, lamentamos decirlo, no pintan un panorama mejor. FADEEAC anticipa para octubre un piso de 3 % de aumento, en parte como consecuencia de la aplicación de la segunda cuota de ajuste de salarios, pactada en un 11,5 %. Así que a respirar hondo. Otra no queda.